Han
pasado dos meses desde mi decisión de colgar Aequilibrium en descarga directa.
El resultado, como he comprobado con la capa algo caída, no ha sido ni la mitad
de la mitad de lo que, en medio de una constante de optimismo, me había
aventurado a esperar. Siempre hablando de opiniones, por supuesto.
Claro tenía, y
tengo, que el asunto del libro del novel no es tarea fácil; no se nutre de las
esperanzas del autor ni de la mínima promoción. Y ante esta realidad uno no
puede quedarse quieto, con los ojos cerrados, esperando a que una mano ajena dé
una serie de palmadas en la espalda con la intención de transmitir una voluntad
que, si soy sincero, ahora sé que ya estaba ahí desde el mismo principio, desde
los primeros golpes de tecla que un día desearon convertirse en algo más que
cortos sonidos que alguien escucha entre cuatro paredes, tres de las cuales
carecen de ventanas. Hay que seguir adelante, ni más ni menos.
Quiero decir con lo
anterior que a medida que pasa el tiempo me doy cuenta de que no estoy hecho un
monstruo publicitario, pero también soy consciente de que me arrastra la
necesidad de postrarme a los pies de mi imaginación. Así les comunico que no
pienso rendirme en esto de la palabra escrita y que, sorpresa, ocupo parte de mis
días en el desarrollo de una nueva novela. Esta vez cambio de marchas y de
género, aunque es muy cierto que soy incapaz de desprenderme del todo de la
fantasía. Se acerca una historia de terror psicológico. Avisados quedan, lectores.
Por lo demás, nada
ha cambiado. Bueno, quizás solo mi actitud. Me alejo de la publicidad si esta
debe ser un bombardeo de mensajes, pues cuatro al día, y no todos los días, me
parecen excesivos. También manifiesto mi deseo de ser publicado bajo sello
editorial, como todos, ya que está visto que no me desenvuelvo con gracia en lo
de venderme como marca. Y por ello, precisamente, no volveré a mostrar mis
textos hasta que el deseo se convierta en realidad. O hasta que una multitud
furiosa, con antorchas prendidas balanceándose sobre sus cabezas, me diga a
gritos que no tengo ninguna posibilidad de transmitir emociones con mis
palabras o, dicho de otro modo, que me dedique de una vez al noble arte de
jugar al parchís. O puede que hasta que, de nuevo, varíe mi punto de vista,
¿quién sabe?
Espero de corazón
que todos ustedes, los que han ido hinchando poco a poco el número de
descargas, disfruten con Aequilibrium, que les haga pasar un buen rato, pues
ese era, y es, el objetivo de la historia. Cada descarga no es una lectura, lo
sé, no estoy en la inopia, pero mantengo la ilusión de que la mayor parte de
ellas acaben siéndolo.
Y así llega a su
fin el periodo de descarga gratuita de mi primogénita. Nada más. Les recuerdo
que estaré por aquí para cualquier cosa, o casi.
Un saludo y buenas
lecturas.