Hasta luego, Terry Pratchett.

El 12 de marzo de 2015 murió Terry Pratchett (66 años). Murió en su casa de Salisbury, donde vivía con su mujer Lyn y su hija Rhianna, tras padecer Alzheimer durante años.


Sí, se fue uno de los grandes de la fantasía. Pero Pratchett no se fue sin dejar huella. Nos dejó un universo más vivo que la mayoría de los descritos en páginas y páginas de literatura fantástica, un universo con sus propias reglas, siempre listas a que alguno de los personajes que lo habitan les den la vuelta o las retuerzan hasta lo imposible, un universo donde una tortuga estelar carga con el peso de cuatro elefantes que a su vez sostienen el mundo; donde un violento baúl de peral sabio encuentra el verdadero hogar al lado de su último dueño, un mago con nulo talento para la magia; donde un orangután, antes humano, es el bibliotecario de la Universidad Invisible y donde La Muerte se presenta cuando te ha llegado la hora dispuesta a filosofar un rato contigo antes de cortar el hilo de tu vida. Ese, señores, es el universo de Mundodisco, una realidad fantástica en todos los sentidos.

Ilustración por Josh Kirby.

Aunque he leído varias de las novelas de este gran escritor, no he tenido el placer de leer todas. Ya se sabe, mucha letra impresa y poco tiempo. Y esto, seguro, le pasa a muchos que, como yo, se interesan por sagas tan enormes como La Rueda del Tiempo, de Robert Jordan. Sin embargo, al pensar en ello, uno se da cuenta de que el hombre del sombrero ha escrito todas esas palabras, que las ha leído una y otra vez, que ha ocupado mucho más tiempo en soltar una de ellas que el que le llevaría leerla a cualquier lector; y entonces siento que me estoy perdiendo algo grande, que La Muerte se me acercará un día, pondrá su esquelético brazo sobre mis hombros y, por culpa de la soledad que conlleva su singular trabajo, me propondrá como tema de conversación, para ocupar el tiempo que tarde en afilar la hoja de su guadaña, el maravilloso universo del que procede. Y yo, claro, salvo cuatro cosas conocidas por todos, no sabré qué decir. Por si acaso lo dejaré aquí por escrito: nosotros, los amantes del género fantástico, no debemos perdernos la obra de Pratchett. Ni la de Jordan, ya que estamos.

Espero así que el triste suceso que ha obligado a existir a esta entrada, además de lo obvio, sea un recordatorio para todos los que disfrutamos al adentrarnos en esos mundos que cobran vida en nuestra imaginación gracias a las palabras de un desconocido. Hay obras normales, obras buenas y obras excepcionales. Y más allá de las anteriores se levantan las obras mágicas, aquellas que sostienen a las demás, las indispensables, las que no pueden faltar en una buena charla acerca de la literatura que más nos gusta. Obras como la del hombre del sombrero.


Hasta luego, Terry Pratchett. Que no se te ocurra poner patas arriba la casa de La Muerte antes de que caiga el último grano de arena del reloj que lleva mi nombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario